El ex jefe de Gabinete, hoy en el Frente Renovador, opina de todo. Dice que “la herencia era compleja pero Macri la puso en crisis” y que “el Congreso pasó de ser una escribanía a una cosa inútil”
Alberto Fernández, jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y actual dirigente del massismo, atiende el teléfono desde Europa, donde tomó contacto con empresarios y midió la temperatura política -sobre todo de España- con respecto a las perspectivas actuales de los escenarios político y económico. No ha perdido el sentido de pertenencia al Frente Renovador, y hasta apuesta que el contexto actual empezó a transformar en atractiva la alternativa electoral de la “ancha avenida del medio”. Considera, además, que la Justicia es parte del problema estructural que supone la corrupción. Pero el primer episodio de la charla remite al tema más urgente: los avatares de la economía y la política. Para Fernández, “el panorama es complejo. Yo soy consciente de que Cristina dejó un escenario complicado, pero en los primeros cuatro meses del gobierno de Macri se hizo más complicado. Se suele decir que lo que hubo fue un sinceramiento, pero eso es parcialmente cierto. Porque lo que hubo fue un desmanejo tarifario que disparó la inflación a niveles récord”.
-¿Cuál es la visión de Argentina hoy en el exterior y cuál la suya respecto a la coyuntura actual?
-Afuera, sobre todo los empresarios, le tienen pánico a Cristina, dudan mucho de Macri y a Massa no lo conocen bien, no saben quién es. Respecto a este gobierno, en la primera parte de la gestión de Cambiemos salieron del país U$S4000 millones y eso no es poco, significa falta de confianza. Estuve hace unos días en España y Francia, y allí la percepción es que en Argentina hay un gobierno institucionalmente muy débil, sobre todo porque el veto a la ley anti despidos se vio afuera como un Ejecutivo que no gobierna el Parlamento. Lo mismo se percibe respecto a las moratorias y al blanqueo de capitales que se va a implementar, que se observa como una imposibilidad de acceder a capitales e inversiones. Son síntomas de debilidad.
-Usted atravesó en la política momentos de crisis económica. ¿Hay segundo semestre posible con repunte económico?
-Creo que habrá un bajo consumo que va afectar la recaudación del IVA y va a terminar afectando las ganancias de las empresas. No vienen meses cómodos. Ahora han trasladado la perspectiva de mejora para 2017, pero eso es apresurado, porque si Brasil sigue en crisis acá seguirá la recesión. Lo mismo si en Estados Unidos la Reserva Federal sigue manejando las tasas de manera negativa para los países emergentes. El economista y ex viceministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo –que hoy milita en las filas del massismo- apunta a que el contexto actual está generando problemas graves en los sectores más bajos, en los barrios, en las villas… Es que en cinco meses hubo inflación acumulada del 25% y no hubo aún recomposición salarial. Y los sectores que sí la tuvieron no llegaron ni a empatarle al alza de precios. Hay un problema de salarios retrasados, y el Gobierno esto lo utiliza porque, para Macri, el salario es un costo más. A la gente se la incluye con asistencia social, y eso el Gobierno lo tiene que ver. Si no, va a estar en problemas.
-En las últimas horas, con un paro decidido por las dos CTA en contra del veto a la ley anti despidos, se empezó a hablar de cómo procederá la CGT en este escenario de conflicto. ¿Cómo ve parados hoy a los sindicatos?
-Me parece que tienen que empezar a pensar un poco en los trabajadores y menos en un posible regalo de Macri por el tema de las obras sociales. Se tienen que acercar más a la problemática diaria de la gente que trabaja, de los obreros.
-¿Cómo percibe la relación que Macri mantiene con la oposición y, sobre todo, con el peronismo? La referencia es al vínculo para establecer parámetros de gobernabilidad…
-Hoy el peronismo está dividido y Cambiemos gobierna como si el peronismo no existiera, y eso es un error. El peronismo no explotó, no se terminó, está definiendo sus liderazgos, y Macri va a padecer esos debates de reacomodamientos. Además, están Cristina y Sergio Massa, que están fuera del PJ, son los que tienen más votos y más respaldo. Y si bien no sé si se van a postular, tienen muchas posibilidades para 2017. Cristina tiene mucho apoyo. Decir que Cristina no existe es una tontería. Y con Massa pasa lo mismo. Lógicamente, con Cristina ocurre que el 50% la odia y el otro 50 la ama, es una imagen contradictoria. En el caso de Sergio, tiene mucho potencial. Es diferente la manera de considerarlo.
-¿Y qué le queda al PJ en este escenario que plantea?
-El PJ se tiene que ordenar en esa realidad, pero hay que ser muy prudentes, falta mucho.
-¿Qué rol tendrá usted en estos armados?
-Yo estoy en el Frente Renovador, que aglutina a posiciones diferentes. Dentro de ese espacio, soy uno de los más progresistas. Creo que el camino del “medio” es un planteo muy honesto de Massa, porque la Argentina es eso. No es una punta o la otra.
-Pero la ancha avenida del medio, como usted apunta, ¿es una ruta que permite construir capital político que se refleje en mayor apoyo electoral? Porque a Massa no le fue tan bien en las últimas elecciones sosteniendo ese discurso…
-Es cierto que cuando Cambiemos y el Frente para la Victoria polarizan se complejiza el escenario de Massa. De hecho, el actual gobierno explota la grieta en su favor, lo mismo que hacía el gobierno anterior. Tienen métodos similares aunque intenten mostrarse diferentes. Pero también hay que decir que la gente se empezó a dar cuenta de este juego, y hoy la ancha avenida del medio es algo viable. La mayoría no está aprobando la gestión actual, incluso los propios votantes de Macri. Quiero decir: todos queremos que a Macri le vaya bien, yo sí tengo poco optimismo, y eso mismo se percibe en muchos sectores. Por todo esto me parece disparatado ese índice de confianza política y económica que quiere sacar Clarín. Porque no refleja lo que ocurre.
-Hay dentro del macrismo muchos productos 100% creados en la usina delduranbarbismo y el caputismo. Y en algunos círculos se menciona que ellos vienen, de alguna manera, a cubrir el vacío político del macrismo. Un lugar en el que (el jefe de Gabinete) Marcos Peña no parece sentirse cómodo. ¿Cómo lo analiza?
-Vamos por partes. A (el estratega macrista Jaime) Durán Barba sólo se lo respeta y se le da cabida en Argentina. En Brasil le hizo perder una elección que tenía ganada a Marina Silva (candidata de partido ambientalista). Y si sigue mostrando posiciones extremas lo va a hacer perder también a Macri. El otro día lo vi negar la pobreza y hablar de que no hay muertos por hambre. Pero hay que hacerse cargo, porque la herencia la puso en crisis Macri. En el caso de (Nicolás, amigo de Macri y mega contratista de la obra pública)Caputo, hay que decir que es peor que Macri. Son empresarios y gobiernan como empresarios. El Gobierno le tiene que hablar a todos los sectores de la sociedad, pero no lo hace. Ojo, no creo que sean mala gente o quieran hacer el mal, sino que están preparados para otra cosa, para gobernar de otra manera. Macri tiene un problema de concepto.
-Usted fue uno de los primeros que se alejó del kirchnerismo y marcó diferencias. Desde que ganó Macri, hubo cuadros del FpV que tomaron el mismo camino. Algunos, como el diputado Diego Bossio y el senador Miguel Ángel Pichetto, muy identificados con el anterior gobierno. ¿Cómo lo explica?
-Que Bossio descubra ahora que Cristina era autoritaria me dio vergüenza. Además, todo lo poco que él fue o es se lo debe a Cristina. Lo escucho hablar y me parece vergonzoso, porque estuvo cuatro años en un lugar donde sólo obedeció. Me acuerdo de habérmelo cruzado varias veces, y me elogiaba cosas que yo decía sobre el kirchnerismo. Un día le pregunté por qué no lo decía él, y me dijo: “Porque me echan”. Con Pichetto me pasa lo mismo, aunque lo respeto, pero se dejaron maltratar ocho años.
-Ya que surge el nombre de Pichetto, hace un tiempo habló de una especie de liberación para opinar post kirchnerismo. Y hoy se pondera una mayor posibilidad de debate y consensos en el Parlamento…
-Antes el Congreso era una escribanía, hoy es una cosa inútil. Porque todo lo que sale de allí, por más que se discuta, si al Presidente no le gusta, se veta. Creo que la política tiene que tener racionalidad. No me parece correcto que antes el Congreso hubiese impulsado la estatización de Ciccone para cubrir a Boudou. Y tampoco me gusta que intenten correr a Gils Carbó cuando su pliego lo aprobó el Senado. Además, podemos discutir su gestualidad, pero en sus dictámenes no dijo nada impropio.
-En cualquier encuesta de preocupaciones, la corrupción aparece compartiendo podio con la inflación, el empleo y la inseguridad. Pero en los últimos tiempos ha copado la agenda mediática…
La corrupción en la Argentina es un problema muy serio. Tenemos un gobierno que se fue y debe explicar inconductas funcionales y enriquecimiento que no se explican. Pero tenemos un nuevo gobierno cuyo presidente está acusado de participar en empresas radicadas en Bahamas. El problema de Argentina radica en la laxitud de los sistemas que deben combatir la corrupción. Nosotros no podemos confiar solo en la moral individual de los que gobiernan. Hace falta mucho más. El problema debe abordarse con seriedad. No se trata de denunciar y hacer escándalos mediáticos. Se trata de prevenir con mecanismos adecuados.
-¿Cuánto de responsabilidad tiene la Justicia en que la situación sea esta que Usted describe?
-La Justicia hace años que no actúa como corresponde. Protege poderosos y castiga a los marginales. Ahora que el rumbo político cambió, avanza enloquecida contra los que perdieron el poder. Pero no se ocupa de los que hoy ejercen el poder. Lo que la justicia hizo con CFK en la causa del dólar futuro. Y no veo que actúe del mismo modo, con la misma diligencia, en la causa de Panamá Papers. Si la Justicia no revisa su proceder, su desprestigio será grande. El otro cuidado que deberá tener la Justicia es con correr tras los medios. En esa materia, los medios de comunicación son peligrosísimos. Condenan y absuelven con argumentos banales. Manipulan peligrosamente la conciencia pública. Ese es un riesgo que los fiscales y jueces no deben caer.
@leandrorenou