En diálogo con el programa radial Quemar Las Naves (Radio Sur), el antropólogo y escritor Alejandro Grimson conversó sobre el caso José López, el kirchnerismo y la corrupción.
El diálogo se centró en los tema que Grimson trabaja en su nota titulada “Toda la verdad” que publicó en la Revista Anfibia.
– ¿Consideras que el cimbronazo que generó el caso de José López y las reacciones que generó fueron inéditos en la escena política argentina?
– Sí, coincido plenamente. Creo que hay un antes y un después del caso López, que va a marcar un hito en la historia, por un hecho muy sencillo. Los argentinos están y estamos muy divididos ideológicamente con distintas cuestiones de hecho, programas económicos, etcétera. Eso coincide con otro hecho: el que no haya un sistema judicial capaz y transparente.
Generó una multiplicación del “doble estándar”, de la idea de que “si tus corruptos son tus adversarios políticos son los peores corruptos del planeta, y si los corruptos están dentro de tu espacio político, no son corruptos”. O sea que los argentinos tienden a juzgar con varas muy distintas a los que están de un lado y a los que están del otro.
Ahora, lo que sucede en el caso López, y por eso marco un antes y un después, es que lo agarran in fraganti, con las manos en la masa, con 9 millones (de dólares). Entonces, ahí ya no lo puede establecer la Justicia, porque lo que sólo tiene que actuar sobre un hecho que ya nadie discute. Eso hace que sea indiscutible.
Y derrumba dos mitos: primero, que no había corrupción. Segundo, que la corrupción no era para financiar a la política. Entonces todo eso plantea una disyuntiva para todos los dirigentes y los militantes del kirchnerismo.
– ¿Hasta donde puede tolerar el kirchnerismo, en términos políticos, un caso como el de José López?
– Yo te lo expreso con hechos que sucedieron. Hay un sector del kirchnerismo –prefiero no usar nombres propios- que dieron declaraciones diciendo que el problema es que José López es un ladrón, un corrupto, es lo peor. O sea, el problema es José López. Esta es una maniobra que no cree nadie, ni los militantes, ni la sociedad.
La segunda afirmación fue plantear que Macri también es corrupto o Cambiemos también tiene corrupción. Esto se continúa en: “Somos todos corruptos, sólo que ellos son corruptos neoliberales y nosotros somos corruptos buenos”. Es un discurso desopilante, para mí. Es asumir que la corrupción es parte de tu proyecto político. Eso sí sería, a mi juicio, otra forma del fin.
Ahora, hubo una tercera posición planteada por algunos que dijeron: “Necesitamos que se discuta todo, que salga toda la basura que haya a la luz. Que se sepa absolutamente toda la verdad”. Eso es lo único que va a dar autoridad moral para reclamar toda la verdad y no sólo la verdad sobre el kirchnerismo, sino la verdad sobre Cambiemos.
Entonces, yo creo que se plantean esas tres posiciones, para ser esquemático, y que la única posición que puede mantener un diálogo con la sociedad es la tercera. ¿Por qué no fue la más planteada, si es la que mejor puede ser recibida desde la sociedad? Porque el kirchnerismo está dividido en tres partes. Algunos fueron corruptos. Otros, prefirieron callarse la boca y ser cómplices.
Y la gran mayoría de la militancia, de los simpatizantes y de los funcionarios kirchneristas son “víctimas al cuadrado”, digo yo. Porque, además de ser víctimas como cualquier argentino porque el dinero que se robaron era también de ellos, son víctimas en el sentido de que todas sus convicciones ideológicas y sus compromisos políticos están siendo amenazados por los hechos de corrupción de determinado grupo de funcionarios.
Yo creo que sí hay una crisis pavorosa. Ya antes del caso López se estaba discutiendo si el peronismo, el kirchnerismo tenía posibilidad de proyectarse a futuro era solamente con un proyecto que enamorara a futuro, no solamente defendiendo lo que se hizo. No se hace política en base a defender lo hecho.
Nadie te vota por lo que hiciste antes. Si el kirchnerismo quería volver tenía que plantear un programa a futuro. Y para plantear un programa a futuro necesitaba renovar, incluso, sus caras. Y todo eso no se puede hacer porque no hay ningún dirigente dispuesto a ceder su papel que se va reduciendo y reduciendo.
Ahora, todo esto estaba planteado antes de López. Después, esto se multiplica por un millón y además empieza un proceso centrífugo muy grave, desde el punto de vista de lo que puede aprovechar el macrismo este proceso para poder avanzar con sus planes políticos y económicos.
– ¿Cómo va a tomar este caso el resto de la sociedad, más allá de los militantes?
– Esto es un gran triunfo de la antipolítica. Porque hay una pregunta que mucha gente se hace que es “¿por qué voy a marchar y a apoyar, ¿cómo es? ¿son todos chorros?”. Muchos otros creen que sí son todos chorros. Y esto genera un problema muy grande que es que la corrupción es devastadora para los proyectos políticos.
Esto genera varios riesgos: que quede muy desbalanceado políticamente el país, que haya un proceso muy fragmentario y más atomizador aún de la oposición –que es lo que está pasando ya-, y que haya un triunfo muy grande de la antipolítica.
– ¿Cómo describís el concepto de corrupción y cómo crees que juega en este contexto?
– En la sociedad me parece que aparece ligado a la palabra “chorro” y que la palabra “chorro” se le aplica más o menos a cualquiera que piense distinto a lo que pienses vos. Y eso es tremendo, es un desastre, porque la palabra “corrupción” es una palabra importante. Es una palabra que tiene que ser usada con mucha precisión para definir la apropiación privada de bienes públicos.
¿Cómo se da esa apropiación privada de bienes públicos? Se da de muchas maneras. Robar plata del Estado, aceptar coimas, desviar dinero, evadir impuestos, formar empresas offshore, mandar plata a las Bahamas.
Es muy malo que “corrupción” se identifique con un color político, ideológico.
Sí hay algo cierto que es que no existiría el capitalismo argentino o el capitalismo en general sin la corrupción como una de sus fuentes cruciales de constitución de las empresas. Es decir, la mayor parte de las empresas en Argentina se formaron de alguna o de otra manera a través de procesos de corrupción: a través de estatización de deudas externas privadas de esas empresas -que hasta ahora seguimos pagando todos los argentinos-, a través de enormes subsidios para el desarrollo de empresas, a través del contrabando, etcétera.
O sea que la corrupción es parte de la historia del capitalismo, por eso me parece muy negativo que un término tan específico se use de manera irresponsable.