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Miramar: La familia Acha toda una tradición de nuestra ciudad


Miramar: La familia Acha toda una tradición de nuestra ciudad

En Miramar, hay muchas familias tradicionales, pero sin duda el apellido Acha, es una de la mayor predicamento en nuestra sociedad. Los “Achas” tiene una huella fuerte en nuestra ciudad, ya que el talento y la invención pareciera que los traen todos en su ADN, desde sus ancestros hasta las actuales generaciones. Y este domingo hay una maxireunión de toda la familia, donde se mezclaran las distintas vivencias, y relatos de cada familia.

Acha, tiene peso especifico desde la llegada de Don Julían,  y sus hermanos. Julián el inventor del carromato, que tanto se ha propagado por Miramar, para refrescar a al abuelo Julián, su hijo Segundo, en el libro de los 100 años de nuestra ciudad, escribió un cuento sobre su padre, que decía así:

Cada reunión que hacíamos en la casona familiar con participación de todos, mi viejo, Julián Acha, era la figura central… Éramos treinta personas sumando hijos, nueras y nietos, y todos querían escuchar los cuentos del abuelo. Los más chicos querían saber absolutamente  todo: cómo había vivido, qué hacía allá en España, y qué hacía luego aquí, en el campo, cuando vivía en el barrio Las Flores; y, además, porqué había  venido a Miramar… y las preguntas seguían, sin agotarse nunca. Pero para el abuelo no había pregunta que no pudiera contestar… ”

Abuelo… ¡cuántas cosas que hacías…! decian los chicos con admiración.

¡Es porque aprendí desde chico a hacer de todo!  buscando provocar una risotada les decía: ¡Hasta aprendí a hacer fuego usando el Sol y un “culo” de botella…!

¿Tenías quinta en tu casa, Abuelo…? preguntaba otro.

¡Claro que sí..! Y entre lo plantado y sembrado había papa, batata, tomates, acelga, lechuga, morrones, chícharos, maníes, uva inglesa… ¡y tantas otras cosas…! contestaba, y sus ojos brillaban de entusiasmo.

¿Qué otras cosas hacías, Abuelo…? preguntaban uno tras otro sin descanso.

Ya les dije que hice y hago todo lo que necesito…

En un momento dado uno de los chicos, el más avispado, vio unas hormigas en el suelo; eran de las grandes; tomó una, la separó en dos y, dándosela al abuelo en la mano, le dijo con picardía:

Abuelo: ya que sabés hacer de todo, te doy esta hormiga en dos pedazos para ver si sos capaz de arreglarla…

El abuelo, sin darle importancia, la tomó en sus manos y siguió con sus cuentos. En un momento dado, sin llamar la atención, se agachó y tomó otra hormiga. Rato después se dirigió a quien le había dado la hormiga muerta, diciéndole:

Tomá la hormiga que me distes; ya la armé, ¡y fijate que te la doy andando…!

Se produjo una gritería entusiasta de los otros chicos, y se escuchó:

¡Bien, Abuelo…! y todos los ojos lo miraban iluminados de admiración..

Mañana, seguro, que saltará miles de cuentos, sin embargo lo más importante de esta gran familia, es la de poder juntarse y así podrán entre todos rendirle un gran homenaje a toda la familia Acha.

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