Hay tormentas bravas, sobre todo las de antes, esas que corrían a la gente de las romerías y hacían que el gauchaje y alguna abuela perdieran el sombrero en el apuro. Menos mal que siempre hay quien las enfrenta y las amansa para que siga el baile en beneficio de todos. Y de paso saca trago y se gana los favores femeninos.
El público apechugando abajo de las plantas, y el héroe, casi de espaldas, sólo, al descampado. La parada firme y los ojos locos crean una atmósfera de tensión irrespirable. La tormenta se le viene encima como para comérselo, pero el gaucho relojea para el costado y se dispone a enfrentar los elementos. Y ahí es donde hace el cambio de ritmo.
Se le planta y la encara de frente con rayo y todo, haciendo gala de un coraje extraordinario. La mira fijo, se ladea para el costado como buscándole el lado flaco y le pega tres o cuatro gritos roncos impresionando al auditorio. Y cuando ya tiene al público como hipnotizado, saca el cuchillo y la corta de dos tajos cruzados. Y ahí nomás se termina la tormenta, y si no se termina la culpa es del cuchillo, que es demasiado chico para semejante fenómeno meteorológico. Pero al menos sobró coraje y de seguro la hubiera cortado en seco de haber tenido un hacha a mano. Y al final el agua no empaña del todo la fiesta, porque algunos quedan emocionados y otros se matan de risa.
De eso se trata la siguiente conversación, que tuvo lugar en Dionisia (Comandante Nicanor Otamendi) el 31 de octubre de 2006 y fue publicada en 2011 en mi libro “Entre pueblo y campo. Historias de vida en una comunidad rural del sudeste bonaerense”, tomo 2. Participaron en la misma los queridos amigos Pocha Freijo (Dionisia, 1929), Miguela Miquelay (Mar del Plata, 1922), Noemí López (Balcarce, 1929), Neli Díaz (Mechongué, 1935), Albino Ituarte (Miramar, 1930) y José Forte (Estación Atilio Pesagno, 1933).
Pocha Freijo: Mi mamá cuando llovía así fuerte y con truenos hacía cruces de sal.
Fernando Brittez: ¿Para qué?
PF: Para que pararan los truenos
Noemí López: […] ¡Y eso se hace siempre!
Albino Ituarte: ¡Siempre se hace!
FB: ¡Cruces con sal!
Nélida Díaz: ¡Sí!
José Forte: ¡Yo lo he hecho!
FB: Esa es costumbre vieja, no es de ahora, es de antes…
Varios: ¡Si!
JF: ¿Y el hacha clavada al revés? […]
AI: Algunos la cortan con el hacha. […] Había un viejo, un entrerriano [que decía] “la corto con el hacha”!
JF: […] Con el filo del hacha para arriba.
AI: La tormenta había estado allá, e hizo cruces con el hacha.
FB: ¿En el aire?
AI: En el aire. [Y dice:] “no, ya la corté, no tenga miedo!
FB: ¿Qué día fue ése?
AI: Ese fue el día que llevó el toldo acá en “el Prado” [Español], cuando ese ventarrón, que Titito Román hizo el almuerzo […].
Miguela Miquelay: se llevaban el pollo, el asado, todo se lo llevaba la gente para la casa. ¡Una tormenta! …
FB: ¿Tipo tornado?
AI: Tipo tornado.
FB: La gente se fue, ¡pero con el pollo abajo del brazo!
Nélida Díaz: ¡Síii!
AI: […] Un entrerriano era. “No”, dice, “no pasó nada, yo la corté”. [Y] yo me quedé callado…
FB: Menos mal que la cortó, ¿no?
Imagen: Florencio Molina Campos