Se desarrolló el acto oficial, en la Plaza “Crucero Gral. Belgrano”, en Av. Costanera entre 37 y 39, donde se conmemoró el 35° Aniversario del hundimiento del Crucero “Gral. Belgrano”. Estuvieron presentes, la Secretaria Gral. y de Gobierno de Municipio de Gral. Alvarado, Eugenia Bove, el Secretario de Producción, Empleo, y OMIC, Sebastián Ianantouny, el Secretario de Economía, Pablo Ramajo, Concejales del bloque del FR y CAMBIEMOS, el Pte del Centro de Veteranos de Malvinas de nuestro distrito, Marcelo (Batata) Bernardi, junto a sus compañeros excombatientes de Malvinas, demás funcionarios municipales, y abanderados de distintas escuelas de Gral. Alvarado.
Luego del Himno Nacional Argentino, la Secretaria de Gral y de Gobierno, Eugenia Bove, junto a la esposa e hija del quien fuera en vida, el excombatiente, Marcelo “Jamón” Eddy, depositaron una ofenda floreal al pie del monumento que recuerda a los caídos del hundimiento del crucero “Gral. Belgrano”.
A continuación se dirigió a los presentes el excombatiente Alberto Martínez Jonas, en su discurso recordó Enrique a uno de los sobrevivientes del hundimiento del crucero Gral. Belgrano, y relato lo sucedido en esa tarde del 2 de Mayo de 1982.
Seguidamente, la jefa de Discapacidad del Municipio de Gral. Alvarado, Andrea Rojas, habló a los asistentes, y lo hizo desde el lado histórico de lo que sucedió ese día.
Para tener presente ese 2 de Mayo de 1982, la historia nos dice que el hundimiento del crucero General Belgrano, fue en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses.
De los 1.093 tripulantes del buque, sólo 740 fueron rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas, a la deriva, en las heladas aguas del Atlántico sur.
“El viento era helado y las olas gigantes. En la balsa nos apretujábamos unos contra otros para darnos calor. Éramos quince en un bote naranja cerrado, con algunos chocolates y mantas para cubrirnos cuando la sensación térmica era de por lo menos 20 grados bajo cero”, contó el teniente de corberta Carlos Bartolomé Castro Madero, a días de ser rescatado.
Aquel 2 de mayo, Margaret Thatcher ordenó al ministro de Defensa inglés, John Nott, que transmitiera al Almirantazgo inglés la directiva dirigida al comandante del submarino nuclear británico `Conqueror`, capitán de fragata Christhopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General Belgrano.
En cumplimiento de esa orden, a las 15.57 de ese 2 de mayo, Wreford-Brown, a una distancia de aproximadamente 1.400 yardas, hizo disparar dos torpedos MK-8, con una carga explosiva de 365 Kg-Tórpex cada uno de ellos, contra el crucero.
Diez minutos más tarde, el comandante del Crucero decidió que no se podía hacer otra cosa que dar la orden de abandonar el barco. Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. Los techos anaranjados de las balsas parecían un collar rodeando al buque para protegerlo.
“El Belgrano se hundió en cuarenta minutos. Fue increíble, impresionante que semejante mole fuera absorbida por el agua en tan poco tiempo”, relató el suboficial primero enfermero Silverio Muscardin.
Como consecuencia del ataque y posterior hundimiento murieron 323 tripulantes, unos a causa de las explosiones producidas por los torpedos que al introducirse en el casco chocaron con depósitos de explosivos, otros por asfixia y otros al ahogarse en el hundimiento.
La criminalidad del hundimiento del Belgrano fue reconocida hasta por los británicos, que aceptan que la decisión de torpedearlo estuvo más ligada a una cuestión política que a una necesidad militar, por cuanto el crucero no representaba ningún tipo de peligro.
