Entre los inmigrantes que se establecieron en el partido de General Alvarado se
encuentran los eslovenos. (Esta emotiva comunicación está firmada por el ciudadano esloveno Antonio Japelj en 1986 y fue publicada en el libro Acha, Segundo – Miramar, Cien Años De Anecdotario)
Los primeros compatriotas que llegaron a la Argentina desde hace cien años hasta el fin de la primera Guerra Mundial lo hicieron oficialmente como austríacos, ya que el pueblo esloveno perteneció hasta entonces al imperio austro-húngaro.
Diez años después de la primera guerra mundial (l914-18), la mayoría del pueblo esloveno vivía en Yugoeslavia, aunque algunas minorías quedaron relegadas en Hungría, Austria e Italia. El segundo grupo que emigró a la Argentina era parte de esta minoría eslovena que quedó en Italia y por eso fueron registrados como italianos. Estos eslovenos comenzaron a emigrar para liberarse de la presión fascista que pretendía aniquilar toda cultura e idioma que no fuera el italiano, pues debido al Pacto de Londres de 1915 ellos estaban bajo el poder de Italia.
La tercer ola de los inmigrantes eslovenos llegó al país después de la segunda guerra Mundial (1939-45). Estos fueron inmigrantes políticos que huyeron del régimen comunista; éste, con la revolución que estalló durante la guerra, tomó el poder e inició la represión. Estos inmigrantes fueron recibidos entonces como eslovenos, aunque al haber nacido en Yugoeslavia también eran conocidos como yugoeslavos. Pero en 1991 los eslovenos se independizaron y proclamaron su propia república. El gobierno de la República Argentina estuvo entre los primeros países del mundo que reconoció la nueva República Eslovena.
De la segunda ola de inmigrantes eslovenos unos 30.000 que llegaron alrededor de 1930, se establecieron en Miramar dos hombres: el constructor Francisco Usaj y el picapedrero Juan Ukmar, entre otros. Los que dejaron sus hogares después de 1945 finalizada la segunda guerra mundial vivieron alrededor de tres años en campamentos de refugiados, tanto en Austria como en Italia, esperando la oportunidad de una tierra de promisión donde formar sus familias en paz y vivir libremente de su trabajo, sin temores a persecuciones políticas, ideológicas y religiosas.
Algunos de ellos se establecieron a orillas del Atlántico sur, en el partido de General Alvarado. El 12 de agosto de 1948 bajaron siete hombres del “tren lechero” en Miramar, contratados por la empresa Stemar, de Mar del Sud, la cual había proyectado hacer varias obras para valorizar los terrenos baldíos y hacer más próspero el segundo balneario del Partido de General Alvarado.
Durante ese mismo mes llegaron algunos más, pero el grupo más numeroso vino el 8 de setiembre; eran unos 15 muchachos, lo que hacía un total de más de 30 personas en su mayoría solteros entre 22 y 30 años de edad. También había entre ellos 6 matrimonios.
Hubo un grupo de eslovenos que trabajó en la fijación y la forestación de la zona costera, ya fuera en el Vivero Dunícola Florentino Ameghino, en Las Brusquitas o en la zona de hoteles de la Colonia Chapadmalal.
Eran alrededor de 20 jóvenes muchachos, de los cuales algunos se quedaron en esos lugares, y otros se trasladaron a Mar del Plata o se volvieron a Buenos Aires. Asimismo, aquellos que trabajaron en Mar del Sud se fueron trasladando a Miramar o a otros lugares con más actividad laboral; pero nunca dejaron de veranear por estas playas, así como sus descendientes.
En el año 1949 nos visitó el obispo de Ljubljana, capital de Eslovenia quien se encontraba prófugo, para hacer una visita pastoral a sus fieles. Se celebró misa en la iglesia parroquial de San Andrés y, luego de un almuerzo en el club San Ignacio.
El obispo después de varios consejos espirituales también nos dio un consejo material:
“Háganse sus tierras”. Había allí más de cien concurrentes de esta zona. En el Año del Libertador San Martín (1950), ya comenzaron a ponerse los primeros ladrillos, en los tiempos libres y robándole tiempo al descanso. Unos ayudaban a otros con solidaridad y camaradería, sin envidia alguna entre ellos.
Apenas tuvieron sus casas aún cuando estuvieran precariamente habitables invitaban a sus amigos, dispersados por todo el país, para que los visitaran y veranearan en Miramar. Con el transcurso de los años fueron contrayendo matrimonio con sus compatriotas o con argentinas; y nacieron nuestros hijos.
Algunos de estos primeros inmigrantes eslovenos ya han fallecido. De los amigos que los
visitaban muchos de ellos se enamoraron de estos lugares y construyeron sus casitas o
chalets para visitarnos en sus días libres, al igual que sus hijos. Y así, entre unos y otros,
suman más de cien propiedades las de los eslovenos en Miramar.
No bien tuvieron sus casas propias se les ocurrió la idea de tener una casa común que fuera construída por todos y propiedad de todos, donde pudieran realizar sus reuniones sociales, culturales, deportivas y recreativas.
Juntaron todos sus libros e hicieron su propia biblioteca; allí reunieron a sus hijos para enseñarles a leer y escribir en idioma esloveno.
También hicieron un sencillo bowling para esparcimiento. Formaron luego un coro a 4 voces, dirigido por Slavko Trsinar, de Chapadmalal, quien dirigía otro coro esloveno en Mar del Plata. Lamentablemente todas las cosas terrenas son efímeras; también ésta lo fue: falleció primero el director del coro y detrás de él varios integrantes del mismo; también se fueron otros, que eran aficionados al ajedrez y a otros juegos y deportes. Sólo quedamos unos pocos: la guardia vieja, la que va hacia el ocaso… Pero aún nos quedan fuerzas para decir:
¡Gracias a Ti… tierra prometida, por recibirnos hace 48 años! En gratitud te dejamos los más grandes tesoros de nuestras vidas: nuestros hijos, con un fervoroso deseo:¡Que sean buenos argentinos! ”
Antonio Japelj