Miramar encierra secretos que por momentos desdibujan los paisajes de ciudad costera rodeada de elementos naturales, que pareciera sólo albergar belleza.
¿Y qué decir de la vertiente de agua dulce descubierta entre las rocas por don Juan Antonio Longo? ya desaparecida por la acción de la arena formada por una de las primitivas escolleritas frente al chalet “Mamapina”. Esa vertiente, que siempre estuviera sellada por un bajo relieve que simbolizaba un ancla, casi siempre cubierta por las pleamares, recibió el nombre de Manantial del Amor, popularizándose tanto que era motivo de la promoción de nuestras playas.
Por eso seguimos sosteniendo que Miramar se asemeja a ese tipo de sucesos que nunca pueden descubrirse; encierra sus atrayentes misterios, encierra secretos nunca esclarecidos. Muchos creemos que si no fuera así perdería el encanto que hay escondido en cada uno de nuestra historia.
(Fuente consultada Acha, Segundo – Miramar, Cien Años De Anecdotario)