La Quinta Sección Electoral bonaerense concentra 1.310.478 personas habilitadas para votar, de las cuales 589.157 residen en el Partido de General Pueyrredon. Este distrito, cuya cabecera es Mar del Plata, representa el 43,95% del padrón seccional. Por su peso numérico y político, lo que allí suceda será clave para anticipar el comportamiento electoral de la región costera bonaerense en 2025.

En ese contexto, Mar del Plata vuelve a ser epicentro de un reacomodamiento profundo. Su intendente, Guillermo Montenegro (PRO), se convirtió en uno de los principales promotores de un entendimiento político con La Libertad Avanza (LLA), convencido de que sólo una alianza amplia podrá frenar al kirchnerismo en Buenos Aires. Junto a Diego Santilli, impulsa la idea de sacarse el corsé partidario para armar una alternativa común.

En abril, Montenegro cerró filas con Alejandro Carrancio, un ex PRO que en 2023 fue electo senador bonaerense por LLA y hoy es funcionario del Gobierno nacional. Fue algo más que una reconciliación: fue el primer paso concreto hacia una posible fusión PRO–LLA en la región. Figuras como Emiliano Giri y el senador Alejandro Rabinovich (ambos PRO), Martín Yeza (Pinamar), y libertarios como el diputado Gastón Abonjo (responde a Sebastián Pareja) también trabajan para ese armado.

Lo que está en juego no es menor: la Quinta renueva cinco bancas en el Senado provincial, hoy en manos de dos radicales, dos peronistas y un PRO. La UCR, que gobierna 12 municipios en la sección, intenta retener sus lugares mientras el bloque libertario–amarillo apunta a quedarse al menos con uno de ellos.

La clave, coinciden muchos operadores, estará en lo que se logre cerrar en cada municipio. La boleta local será determinante, y ahí entra la pregunta inevitable:
¿Qué pasará en General Alvarado?

Con un armado de Juntos por el Cambio que ya se mostraba fragmentado desde 2023, donde sectores del PRO convivieron con referentes locales que habían llegado desde la Coalición Cívica o el MID, la posibilidad de un acuerdo entre amarillos y violetas en el distrito podría acelerar definiciones. Si el acuerdo se concreta a nivel seccional, ¿habrá una única boleta PRO–LLA en General Alvarado? ¿Se sumarán también aquellos dirigentes que alguna vez compartieron espacio pero tomaron otros caminos? ¿Qué papel jugarán quienes se mostraron críticos del gobierno de Ianantuony pero aún no se definen entre las nuevas fuerzas?

En el plano local, nombres como Joaquín Sánchez Charró en Miramar aparecen mencionados como parte del entramado seccional que mira con buenos ojos el entendimiento. La gran incógnita es si esa voluntad de unidad se traducirá en un armado sólido y competitivo para las legislativas 2025 o si las diferencias de origen terminarán marcando los límites del acuerdo.

Mientras Mar del Plata da el primer paso hacia un frente libertario–macrista, General Alvarado se asoma a un dilema: sumarse, resistir o reconfigurar su propio espacio con identidad propia. ¿Serán los amarillos violetas en el próximo proceso electoral? La respuesta, como casi siempre, se jugará entre pasillos, cafés políticos… y urnas.