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Los números cierran, pero la gente queda afuera


Los números cierran, pero la gente queda afuera

Mientras los grandes medios y los voceros oficiales nos inundan con discursos sobre el “orden macroeconómico”, la bicicleta financiera sigue girando a toda velocidad, beneficiando a unos pocos y dejando a la mayoría mirando desde afuera. Desde que asumió este gobierno, las noticias giran más en torno a bonos, tasas, plazos fijos y LECAPs que a la vida real de quienes cada día salen a trabajar, emprender o simplemente buscar cómo subsistir.

Es fácil gobernar desde una planilla de Excel. Ahí los números cierran, la inflación baja, el riesgo país cae, y todo parece encaminarse. Pero cuando uno camina las calles, habla con vecinos, comerciantes, jubilados o trabajadores, esos mismos números se vuelven abstractos, lejanos. La economía de a pie no está mejor: está cada vez más golpeada.

Los sueldos alcanzan menos. Los comercios venden menos. Los trabajadores informales encuentran menos changas. Cada vez se ven más personas vendiendo tortas fritas, pan casero, o cualquier cosa que les permita hacerse de unos pesos para seguir peleándola. Esa es la economía real. Esa es la que no aparece en los gráficos ni en las declaraciones del ministro de turno.

Y mientras tanto, el respeto por la libertad de expresión y el pensamiento distinto parece diluirse. Un gobierno elegido democráticamente no puede insultar, perseguir o descalificar a quienes piensan diferente. La democracia se sostiene en la diversidad, en el diálogo, en la posibilidad de interpelar la realidad desde otra óptica. Sin eso, el sistema se resquebraja.

Hoy, asalariados, comerciantes pequeños y medianos, cuentapropistas, emprendedores y familias enteras están sintiendo en carne propia este momento económico difícil, complejo, injusto. Y la pregunta es: ¿qué hacemos en el mientras tanto? ¿Esperamos sentados a que lleguen las migajas de esa supuesta prosperidad futura? ¿Nos resignamos al silencio o a la derrota?

La palabra la tenemos todos. Cada uno desde su lugar, desde su responsabilidad. Pero especialmente la tienen aquellos que hoy se presentan como alternativa. Ya no hay lugar para internas interminables, ni para juegos de declaraciones. Durante cuatro años hubo tiempo para eso, y ya vimos el resultado. Hoy, gran parte del pueblo está huérfano de dirigentes que los representen, que los escuchen, que se paren a su lado.

Es tiempo de dejar los egos. Es tiempo de pensar en la gente.
Es tiempo de todos.

Pablo Menéndez
Director – elrecado7607

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