Por Pablo Menéndez.- “Siempre” parece una palabra positiva. Suena a promesa, a algo eterno, inquebrantable. Pero si la escuchamos con atención, muchas veces está emparentada con el final.
“Siempre estarás en mí.”
“Siempre fuiste importante.”
“Siempre te querré.”
Todas frases que, aunque parecen llenas de amor, llevan escondido un adiós. Son más una despedida disfrazada de permanencia que un comienzo. “Siempre serás mi amor” no es el inicio de una historia… es la conclusión de una ruptura.
Porque el “siempre”, cuando aparece al final, ya no promete, sólo recuerda. Nos habla de lo que fue, no de lo que vendrá.
Y así entendemos que el “siempre”, aunque suene eterno, muchas veces es el último punto de una frase que se termina.