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Cuento corto: “Las veces que creyó”


Cuento corto: “Las veces que creyó”

Por Pablo Menéndez.- Fueron tres. O cuatro. No muchas más. Pero para él, alcanzaban para justificar todo el tiempo solo. Cada intento tenía ese brillo tonto de lo que podría haber sido, y ese sabor rancio que deja lo que nunca fue.

No era un hombre que deslumbrara. No sabía jugar el juego del “mostrarse interesante”. Lo suyo era estar. Escuchar. Sostener. Ser la voz calma cuando el otro temblaba. El hombro donde lloraban, pero que nadie abrazaba de vuelta.

“Sos tan buena persona”, le decían. Y él asentía, sin saber que esa frase era el principio del final. Ser buena persona estaba bien…hasta que el deseo buscaba otra cosa. Más vértigo. Menos calma. Más intensidad. Menos certeza.

Estaba atento siempre. Cuando le llamaban, cuando necesitaban, ahí estaba. Respondía rápido, cambiaba planes, ofrecía su tiempo sin pedir nada. Creía que eso construía un puente. Pero a veces, en las horas muertas, se daba cuenta: su presencia no era tan urgente. Era un recurso, una opción cómoda, no una necesidad real.

Y ese golpe era el más duro. Porque uno da desde el corazón, esperando ser parte del mundo del otro,
no un personaje secundario en su historia.

Entonces volvía a su casa. Apoyaba las llaves sobre la mesa. Encendía una lámpara pequeña. Y escribía.

Ahí nadie lo rechazaba. Las palabras lo dejaban decir sin explicar. Le devolvían eso que en la vida real no le daban: el derecho a doler. A esperar. A no entender.

No estaba roto. Pero ya no ofrecía todo tan rápido. No porque no quisiera. Sino porque entendió que no cualquiera sabe recibir.

Con el tiempo dejó de buscar. No por resignación, sino por instinto. Como quien aprendió que el fuego quema más cuando se lo abraza sin cuidado.

Pero aún así —aunque no lo admitiera en voz alta— había noches en que miraba el teléfono más de lo que debía. O se detenía dos segundos más frente a una sonrisa que no era para él. Porque adentro, muy adentro, todavía quedaba un rincón que no había soltado del todo.

Un lugar donde aún creía. Aunque doliera.

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