Por Pablo Menéndez.- Con siete listas oficializadas para renovar el Honorable Concejo Deliberante de General Alvarado, comienza formalmente un nuevo tramo electoral. Pero la pregunta que se impone es: ¿se discutirá de verdad el rumbo del distrito? ¿O una vez más asistiremos a una campaña centrada en ataques personales, sin profundizar en cómo mejorar la vida de quienes habitamos este lugar?
Otro interrogante clave atraviesa este tiempo: ¿cómo impactan las políticas nacionales del gobierno de Javier Milei en nuestras localidades? La respuesta, al menos para este cronista, es evidente. Las medidas de ajuste y desfinanciamiento ya se sienten en las calles de Miramar, Otamendi, Mechongué y Mar del Sud. Las vacaciones de invierno lo muestran con crudeza: poco movimiento, consumo acotado y comercios que apenas subsisten. Cuando la actividad se frena, se resiente todo el tejido social, en especial los sectores medios y trabajadores que sostienen día a día la economía local.
El recorte de la obra pública, por ejemplo, no es solo un número en el presupuesto: es una calle que no se asfalta, un pozo de agua que no se perfora, una mejora que no llega. ¿Cómo puede luego exigirse a un municipio que haga frente a todo eso, cuando el Estado nacional ha abandonado su rol de impulsor del desarrollo?
Como sociedad, es tiempo de asumir una mirada más amplia y honesta. Si votamos gobiernos que desmantelan políticas públicas, no podemos sorprendernos cuando faltan respuestas en lo cotidiano. Porque no existe un “otro” que sea siempre el culpable. Somos parte del Estado. Somos responsables, también, del rumbo que elegimos.
De cara a esta nueva campaña local, quizás la verdadera discusión no pase solo por nombres o sellos partidarios, sino por animarse a pensar un distrito que se mire a sí mismo con honestidad, y decida construir desde el consenso, la planificación y la empatía. Porque mejorar no es solo reclamar. Es involucrarse.
