Se cumplen 34 años de la histórica nevada que sorprendió a toda la ciudad. Aquella mañana del 1° de agosto de 1991 quedó grabada para siempre en la memoria colectiva de Miramar. La ciudad despertó cubierta por un manto blanco, como si el invierno hubiese querido regalarnos un instante mágico e irrepetible. Las playas, las plazas, los árboles… todo estaba nevado. Un espectáculo inusual y fascinante que convirtió lo cotidiano en postal.
Pasaron 34 años desde aquella jornada inolvidable y, sin embargo, sigue intacto el recuerdo de esa sorpresa compartida. Los más chicos corriendo con las manos heladas, los muñecos de nieve floreciendo en cada rincón, las fotos familiares improvisadas, la risa, la emoción… Porque no era común –ni lo sigue siendo– ver caer copos en nuestra ciudad.
Muchos pueden decir con certeza qué estaban haciendo ese día. Algunos fueron al vivero a jugar, otros corrieron a la playa. Lo cierto es que todos miramos al cielo con los ojos bien abiertos y el corazón también. Fue la mayor nevada que se recuerda en Miramar y en toda la zona.
Después vinieron otras, más leves, más tímidas. Pero ninguna como esa. La del 1° de agosto de 1991 no fue solo una nevada: fue un regalo del tiempo que se transformó en leyenda.
Hoy, a 34 años de aquel amanecer blanco, los que la vivimos todavía podemos sentir el frío en las manos… y el calor del recuerdo.


