No debería escribirte. Por eso no te escribo. No debería buscarte, pero mi pensamiento recorre cada calle que lleva a ti. Mañana, a las cinco, no estaré en ese lugar… y sin embargo, ya me siento allí. Allí, donde crecen las flores más misteriosas de Islavia.
Tu Islavia no existe en los mapas. Es un país inventado para nosotros, hecho de nubes, jazmín y latidos. El cielo cuidará de las nubes; yo llevaré una en mi solapa, como quien guarda un secreto contra el pecho.
Por eso no diré hasta mañana. Tampoco diré que, desde que te vi, tu voz y tu rostro me persiguen, me habitan, y ya no sé si quiero que se vayan.
Fer.