Semana política, podríamos decir, de baja intensidad en General Alvarado. Sin grandes sobresaltos, pero con señales claras de que el cierre del año se acerca, y con él, el cierre de una etapa en el Concejo Deliberante.
En las últimas sesiones ya se empieza a notar el clima de despedida: cerca del 50% de los concejales dejarán su banca el próximo 10 de diciembre. Un día después, el 11, será el turno de la renovación, con la jura de las nuevas autoridades y la llegada de caras completamente nuevas. Ninguno repite, y tampoco vuelve nadie del pasado. Será, en los hechos, un Concejo de debutantes, con todo lo que eso implica en aprendizaje, en diálogo y en la construcción de acuerdos.
En paralelo, el Ejecutivo local transita un fin de año que no escapa a la incertidumbre general. La cuenta regresiva hacia la temporada de verano 2026 se vive con una mezcla de expectativa y preocupación. No es una temporada que se proyecte sencilla para el corredor turístico de la Costa Atlántica.
Miramar, destino familiar por excelencia, con su identidad serena y fiel, deberá repensarse una vez más: cómo sostener el turismo en tiempos de bolsillos ajustados, cómo fortalecer la identidad local en un contexto económico que no da tregua.
Y en este ejercicio que hacemos semana tras semana, compartiendo con nuestros lectores y lectoras una mirada sobre lo que ocurre, ya andando el último mes y medio de este 2025, no podemos dejar de reconocer que ha sido un año complejo, difícil, con una expectativa que no muestra demasiados horizontes claros. Sin embargo, también es cierto que sigue siendo necesario apostar a mejorar nuestra querida ciudad de Miramar.
Porque en ese renglón, todos los actores sociales debemos tener en claro algo esencial: Miramar no se sostiene solamente desde la mirada de un poder ejecutivo, sino desde la mirada de toda una comunidad, en sus distintos roles y responsabilidades. El destino de nuestra ciudad es, y seguirá siendo, una construcción colectiva. Es de todos. Siempre de todos.
