Cris Morena habló públicamente por primera vez desde la muerte de su nieta Mila, y su testimonio dejó una sensación de impacto profundo. Al revivir el dolor, reveló una coincidencia inquietante que la une, de manera casi simbólica, con la muerte de su hija Romina Yan.

Mila, de 13 años, falleció en agosto en Miami tras un accidente acuático: una barcaza chocó contra un velero, la embarcación se hundió y seis personas terminaron en el agua. Entre ellas estaba la hija de Tomás Yankelevich.

En un streaming íntimo, Cris decidió poner en palabras aquello que hasta ahora había guardado en silencio. Visiblemente conmovida, contó que su prioridad hoy es contener a su familia: “Me importa mucho cuidar a mi hijo Tomás, a Sofía, a mi nieto Inti, que estén juntos, apoyándose”.

En ese mismo relato reveló un dato que dejó a todos perplejos: “Viví una experiencia muy similar, el mismo día. No el mismo mes, pero el mismo número. El ocho me persigue”.
Ese número la atraviesa: el mes en que murió Romina y el día en que murió Mila. Una cifra que vuelve una y otra vez como una marca dolorosa en su historia.

Cris habló también de la presencia emocional de ambas: “Yo hablo de la presencia de la ausencia. Ella está presente permanentemente con nosotros”.
Contó que, del mismo modo en que alguna vez sintió señales de su hija, hoy su familia siente guiños y energías vinculadas a Mila, momentos que aparecen sin explicación.

Sobre el duelo fue categórica: “No puedo explicar el dolor, ni puedo explicar la pérdida. Los seres humanos queremos entender todo, pero eso aparece muchos años más tarde”.

Uno de los instantes más fuertes de la entrevista llegó cuando mostró su único tatuaje: el número 28. Explicó que allí conviven el 2, el 8 y el símbolo del infinito oculto en esa combinación. Para ella, es una manera de materializar las muchas “causalidades y casualidades” que atraviesan a las mujeres de su familia.

Recordó también a sus antepasadas —abuelas, bisabuelas, tatarabuelas— mujeres que, pese a transitar dolores profundos, supieron brillar.

Cris sintetizó lo que vive su familia desde la tragedia con una frase que expone toda la crudeza: “No se puede explicar, fue un segundo. No es una enfermedad, no es algo que pudimos manejar, fue tremendo”.

Finalmente, compartió un gesto íntimo y cotidiano: en su casa tiene un cuadro con las caras de toda su familia, y cada mañana conversa con él. Una forma de mantener vivos los vínculos, incluso en medio de la ausencia.