A 17 kilómetros de Miramar está esta aldea marítima conocida como mar del sud, sus 200 habitantes y un entorno natural único hacen de este pueblo un lugar especial. sus interminables playas de arena fina, el campo que antecede al caserío, arroyos que protegen esta comarca donde se levanta el misterioso hotel Boulevard Atlantic, en sus costas -dicen- habría desembarcado el mismo Adolf Hitler, leyendas e historias como estas abundan en este pequeño paraíso de la costa bonaerense.
Si existe un pueblo marítimo con historias y leyendas, ese es Mar del Sud en el confín meridional de la costa bonaerense. El pueblo, nacido de un sueño que no llegó a ser, está entre dos arroyos que contienen a un caserío se fundó en 1880, y que –aún hoy es posible ver- tiene casas que le dan la espalda al mar, para protegerse del viento que nace de las profundidades del mapa austral. La leyenda de un hotel embrujado y el desembarco de agentes secretos nazis, se mezclan con la paz de una playa de arenas finas que invitan a caminar y a perderse en delicados pensamientos.
La historia de Mar del Sud, o Sur como también se lo llama al pueblo, nació a lo grande. Se pensó en construir aquí un balneario similar a Mar del Plata. Entonces, en aquellos años, no había más que viento y médanos rebeldes. Se levantó un hotel, pero al verano siguiente la arena lo sepultó. El pueblo mismo se cambió de lugar hasta llegar a estar donde hoy se asienta. El tren fue el sueño que llegaría al poblado fue la luz que ilumino el sueño, el ramal que venía de Mar del Plata pasaría por Miramar (a 17 km) y finalizaría en esa otra perla del Atlántico: Mar del Sud.
Creídos en que la bonanza los acompañaría, financiado por el Banco Constructor de La Plata se construyó un hotel de gigantescas proporciones. La mole de 4500 m2 y 76 habitaciones estaba rodeado por playa y la nada, se lo llamó el Hotel Boulevard Atantic. Una de las tantas crisis argentinas demolió el sueño de hacer de este lugar un balneario próspero y el dinero dejó de llegar y el tren jamás vino. Mar del Sur tuvo una playa preciosa y un hotel que debería haber estado en una capital europea. La historia cuenta que en 1891, un grupo de colonos judíos llegó hasta este lugar y la primera noche que estuvieron se largó un vendaval, sin tener dónde ir, fueron a parar al obrador del hotel, pero la desgracia quiso que murieran varios. Sin tener donde dejar los cadáveres, tuvieron que ser llevados al sótano del hotel. Diez días estuvieron allí, suficientes para que naciera la leyenda de fantasmas que cientos de pasajeros aseguraron ver y oir penando en los pasillos del hotel.
Si algo le falta a Mar del Sud para ser un destino legendario, hay una página en su historia que es imposible no relatar. Esta costa habría sido elegida por la inteligencia nazi para hacer desembarcos desde submarinos, hasta hace pocos años atrás, los viejos marsureños recordaban las extrañas luces que se veían en altamar, e incluso se habló de algunos botes de goma que habían llegado hasta la costa, en uno de ellos, se dice, problablemente hubiese llegado el mismo Adolf Hitler. La historia tiene fundamentos: años antes de 1945 Gustavo Eickenberg, alemán afincado en esta zona, compró una enorme extensión de tierra con salida directa al mar. Todo lo demás, pertenece al terreno de la leyenda y lo que queda olvidado por el tiempo.
Hoy Mar del Sud es una pueblo maravilloso de 200 habitantes con un frente costero único, el profundo azul marino de nuestro mar se expresa con una belleza especial en esta aldea que le da cobijo a un puñado de visitantes que todos los años eligen estas mansas e interminables playas que trasladan el aroma de su rica fauna ictícola.
Muchos artistas han elegido este solar que da paz y donde las musas caminan entre las callejuelas pintorescas y llenas de color. Hay una sola calle asfalada, detrás del pueblo está la pampa con sus vacas, caballos y ovejas, todavía es posible conocer el legendario Hotel Boulevard Atlantic, están los pescadores que regresan con salmones, corvinas, congrios y algunos cazones, finalmente está el mar y su monólogo de olas que rompen en las Rocas Negras, hay un mugido de vaca, el piar de los jilgueros y las gaviotas y la serenidad de un pequeño pueblo que soñó con ser inmenso, y que el fracaso de esa idea lo transformó en esta comarca marítima que huele a leña humeante y a sal. Mar del Sur es un pequeño paraíso.(Nota elfederal.com.ar)