Mientras el Gobierno celebra lo que presenta como “buenas noticias”, en los barrios la realidad se empieza a sentir de otra manera. Aunque el INDEC informó una inflación del 3,7% en marzo, este lunes se registró una devaluación cercana al 12%, y ese impacto ya comenzó a trasladarse, lentamente pero sin pausa, a los precios.
En las góndolas, los primeros aumentos se sienten en productos de consumo diario, pero hay rubros donde el golpe es aún más evidente. En la construcción, por ejemplo, se habla de subas de hasta el 18% en algunos materiales. Otros proveedores directamente optaron por no pasar presupuestos, ante la incertidumbre del nuevo valor del dólar.
Entonces, la pregunta es inevitable: ¿qué fue lo que se celebró en el Ministerio de Economía? ¿La devaluación? ¿El nuevo endeudamiento? ¿El repunte de la inflación?
Lo cierto es que, más allá del relato oficial, no hay mucho para festejar. Lo que se necesita es trabajo serio, con medidas concretas que apunten a aliviar el peso que ya cargan los sectores más vulnerables, los trabajadores, y los jubilados. La calle habla y la realidad no se tapa con discursos.