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Cuento corto: “Los jueves con ella”


Cuento corto: “Los jueves con ella”

Por Pablo Menéndez.- Fernando vivía los jueves como una celebración secreta. Eran su pequeña fiesta interior, el día en que volvía a verla. No se trataba de un romance abierto ni de promesas dichas en voz alta. Era simplemente estar con ella, compartir una charla sobre la vida, sobre el tiempo, sobre nada… y al mismo tiempo, sobre todo.

Desde el miércoles por la noche, ya no podía dormir bien. Esa ansiedad dulce le subía por el pecho, porque al otro día la tendría enfrente. Con sus ojos color caramelo y ese cabello que parecía atrapado entre estaciones: ni del todo castaño, ni del todo claro. Y esa sonrisa… que no se completaba nunca del todo. En su rostro vivía una tristeza suave, una especie de nostalgia callada que lo conmovía más que cualquier belleza evidente.

A él le daban ganas de abrazarla fuerte, de decirle que no estaba sola, que alguien —él— la pensaba más de lo que ella imaginaba. Pero todos arrastramos un “pero”, y Fernando cargaba el suyo como una piedra en el alma: no podía decirle lo que sentía.

Así que hablaban de cualquier cosa. Mientras tanto, él soñaba con que ese momento no terminara. En su imaginación, ella lo sabía todo. Sabía cuánto la quería, cuánto la admiraba. Pero en la realidad, su voz se quebraba cada vez que se acercaba a decir algo real.

Y como todo lo que no se dice, un día terminó. Sin aviso.

El último jueves llegó disfrazado de rutina, pero ella no. No hubo mensaje, ni explicación. Solo el hueco de su presencia y el eco de su perfume flotando en la calle. La bufanda color lila que él le había regalado seguía en su recuerdo como una forma muda de haber dicho “te quiero” sin usar palabras.

Esa noche, en una FM local, sonó Love of My Life. La letra golpeó distinto. Porque eso era ella: la mujer que había tocado su vida sin quedarse. La que fue la melodía de sus jueves, su amor callado, la que se fue sin llevarse lo que él nunca se atrevió a entregar.

Hoy, cada vez que la canción vuelve a sonar, Fernando cierra los ojos. Y en ese instante, ella está ahí. Con su sonrisa incompleta, su perfume en el aire, y sus silencios compartidos. Y aunque se haya ido, él la sigue esperando… todos los jueves.

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