Juan leyó y releyó la frase del genial Mario Benedetti que ilustra la frustración del todo aquel que siente que a veces no alcanza a enamorar, “la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo. Y él estaba en el medio de ese torbellino llamado enamorado.
Juan sabía que no siempre uno enamora, ni convence, pese a la buena química que se puede lograr con eso no alcanza. Es difícil saber que enamora a una persona de otra, para él, la inteligencia es el atributo que lo llevó a enamorarse de Julieta.
Julieta es de mediana edad, con una sonrisa con un dejo de nostalgia e inteligente. Las charlas entre ellos giraban en torno de la vida, libros y cines. Semana tras semana en sus encuentros se pasaban horas hablando sin embargo él ya la miraba de otra manera.
Los días pasaron hasta que un día se animó, con palabras contundentes le dijo lo que él sentía. Julieta asombrada solo atino a decirle “gracias”. Juan con esa palabra entendió todo. Mientras caminaba por esas veredas que tantas veces transitó, volvió a recordar esa frase, y ahí le dio significado a que “es uno que no enamora” no hay que culpar ni tiempo ni pretexto, “es uno siempre es uno” reflexionó Juan, ya tomando su café, mirando la vida a través de la ventana del bar y viendo partir a Julieta.